El nuevo paseo fluvial del Manzanares

Muy buenas a todos,

Se aproxima el frío invernal y con ello la oportunidad de volver a ver mi ciudad. Se puede decir que hay morriña, es debido a esto que he optado por publicar una entrada en homenaje al trazado que sigue el curso renaturalizado del río Manzanares y que se puede recorrer más allá del Matadero.

Menos mal que se siguen llevando a cabo proyectos verdes, como la apertura de este tramo hasta el Parque Lineal (con replantación de árboles incluida), que tienen como fin ayudar a reducir esos picos de contaminación tan frecuentes en Madrid. ¡No nos durmamos en los laureles, Bruselas nos vigila!

Se trata de un itinerario verde que pasa entre el aprendiz de río y la circunvalación madrileña M-30 (con miles de coches que degradan nuestro medio ambiente). Soy un amante del transporte alternativo, ¿se nota?

Un linda ruta descendiendo por sus orillas, meandros, etc. y ver sus nuevos espacios verdes (ya sea por la influencia del futuro Bosque Metropolitano) o por las iniciativas vecinales (como sucede con el huerto urbano San Fermín). Como recompensa, además podréis apreciar lugares como la pasarela de colores o el puente del Majuelo (conocido como el puente jurásico por mí y mis amigos). Si os animáis, también podéis seguir este recorrido en bicicleta a San Martín de la Vega.

Si apenas tenéis una mañana libre o de una tarde de ocio, os recomiendo que sigáis su trazado junto a la Caja Mágica hasta el trasvase del Manzanares junto a Villaverde (fácilmente reconocible por su señalización del desvío hacia el camino de Uclés).

Continuación por el camino de Uclés

Se podría decir que los ríos despiertan ese lado bucólico en todos nosotros ¿no es así? Véase el Saona, el Garona o el Huangpu… Cada río tiene un mensaje y uno únicamente debe dejarse llevar por su corriente como recuerda Leon Bridges.

‘Take me to your river, I wanna go’

In a while, crocodile! (¡Hasta pronto, cocodrilo!)

1B xoxo

Mi Madrid y su bosque metropolitano

Buenos días muchachada,

Hoy me gustaría presentaros un proyecto político que pretende cambiar Madrid tal y como lo conocoemos, el Bosque Metropolitano, una corona vegetal alrededor de la capital. Se trata de otro anillo verde, en esta ocasión arbóreo. Si os invade la curiosidad, aquí podéis comprobar su tamaño (así como en la foto siguiente). Las promesas electorales y nuestros políticos.

En la imagen, podéis ver como el proyecto se apoya en las masas arbóreas existentes (véase la Casa de Campo), renaturalizar ríos (como el Manzanares, Jarama o el arroyo Butarque) así como recuperar espacios de biodiversidad como las lagunas de Ambroz o Valchico.

La urbe madrileña es una de las ciudades españolas que contaba en 2019 con más espacios verdes por ciudadano, aproximadamente unos 15 metros cuadrados por madrileño.

Lamentablemente, pese a este escenario tan optimista, tras la llegada de la borrasca Filomena y su copiosa nevada se cree que podría haberse perdido un 10% de los árboles de la capital. Cifras alarmantes que se suman a las altas temperaturas, ya habituales, fruto del cambio climático.

Para contrarrestar esa pérdida se ha decidido llevar a cabo la estrategia Isla de Color: recuperando solares para reconvertirlos en zonas verdes. Espero que, más allá de las promesas programáticas, el consistorio madrileño sepa actuar en favor del bien común.

Stand informativo del Bosque Metropolitano en el Retiro

Las ciudades pierden humedad y las temperaturas del asfalto son cada vez más altas (casi insoportables), de ahí que se planteen estudios para frenar la sequía a la que nos dirigimos. Ojalá ideas como este bosque urbano puedan mitigar los efectos del clima.

Es cierto que aún está empezando su primera fase con pequeños espacios verdes inconexos como la cuña de O’Donnell, el bosque de los abrazos en el Campo de las Naciones (creado en recuerdo de aquellos que perdimos por culpa de la pandemia del COVID-19).

Se trata de un proyecto a largo plazo que no estará acabado hasta 2032, como mínimo. Se busca crear una continuidad arbórea con ecoductos sobre las autopistas para unir espacios naturales como el monte de Valdelatas con el Pardo (cuyo bosque supone más del 26% del término municipal de Madrid) y recuperar zonas actualmente bastante dejadas como el humedal de Ambroz (fruto de la extracción de sepiolita por empresas mineras) o el cerro Almodóvar, el kilómetro aún por realizarse. Podéis haceros una idea de su tamaño con estas capturas de Google Maps.

No hemos de quedarnos aquí. Hemos de apoyar esta nueva infraestructura verde con más medidas que desincentiven el uso del coche. Por ejemplo, la creación de la ciudad del cuarto de hora tiene como fin que no tengamos que depender del vehículo privado para poder ir al trabajo, a la compra o al ocio si es posible ir a pie, en bici o en transporte público.

Algo tan simple como esto desatascaría las calles, disminuiría la polución y como consecuencia, autopistas urbanas como la Castellana podrían seguir el ejemplo de los Champs-Elysées y el jardín que piensan llevar a cabo en París.

Bosque de los ciudadanos en Valdebebas

Madrid puede crecer, véase con la apertura de la Nueva Centralidad del Este, pero sería conveniente que lo hiciera consciente de sus límites demográficos y de las consecuencias que esto puede tener en el medioambiente. Quizás una operación urbanística como ésta no sea la idónea.

Deberíamos aplaudir y celebrar programas como el bosque de los ciudadanos en el parque de Valdebebas (con árboles plantados por los vecinos, únicamente había que pedir cita para ir a aportar tu granito de arena). Puede que parezca un iluso pero creo que para crecer no hace falta construir desmedidamente sino aportar una ciudad de calidad. Por ejemplo, acabando con el uso del automóvil para todo y con la desaparición de circunvalaciones que no tienen cabida en un futuro verde (¿y si se creará el Parque 30 en la hoy saturada M-30?). Parece mucho pero ya es un pequeño paso el poner vegetación en los muros de la autopista (menos es nada).

Ojalá se consiga revertir la ridiculez de idea de talar árboles para alargar la línea 11 del metro. Politicuchos como Ayuso hacen lo que sea para seguir saliendo en las noticias pero esto ya es cargarse nuestro día a día… Lamentablemente, esta tala indiscriminada es una noticia más de la actualidad. Esperemos que no sea así por mucho tiempo y que despertemos del letargo.

Aunque pueda cambiar tanto que apenas reconozca estos lugares que hoy os presenté, Madrid seguirá siendo mi hogar (pese a que haya idiotas como la susodicha en nuestras cámaras de representantes). Ante una entrada tan natural y campestre, ¿qué mejor que una canción country como este clásico?

‘Country roads, take me home to the place I belong’

1B xoxo

El Camino #6: Retorno Uclesiano

¡Buenos días y buen camino!

Esta entrada me gustaría dedicarla a un camino que hice recientemente y que ha sido una prueba de superación (¿y cuál no lo es?). En esta ocasión me animé a realizar el Camino Santiaguista de Uclés, ergo, montar en bici desde Uclés a Madrid. Se le podría llamar el camino de Uclés 2.0, el regreso al camino que hice años atrás hasta los montes de Cuenca.

Era una espinita que tenía clavada y que al final he hecho con mi ‘nueva’ bicicleta: una BH Olympic de carretera de los años 80 de acero (eso sí, restaurada). De ésas que aguantan todo, como los Nokia de los 2000… ¿Quién dijo obsolescencia programada? jaja

Se podría decir que en esta ocasión podía asemejarse a una penitencia. No siempre se anima uno a cubrir cientos de kilómetros en plena ola de calor con temperaturas de más de 40 grados. Ya por todos es conocido que la Mancha es conocida por su frescor, ironía incoming.

En resumen, me tocó superar mis límites (eso sí, yendo siempre con cuidado e hidratándome a menudo). Ya había esperado bastante para volver al camino tras inundaciones, pandemia, etc. Una cosa estaba clara: no pensaba volver a posponerlo de nuevo.

La salida desde el monasterio de Uclés fue tranquila a la par de técnica (tocaba ir con mil ojos y percatarse de las partes de los senderos con terreno más compacto así como evitar las piedras que pudiesen hacer que pinchase las ruedas). Este problema se multiplica si, como servidor, vas con ruedas mixtas (pero finas) de carretera. Da igual que sean Schwalbe Marathon, en medio del campo cualquiera puede tener un pinchazo y el calor no era un buen aliado para mis cubiertas.

Pese a salir por la mañana (con la idea de no tener que hacer muchos kilómetros con la solana encima), tocó rodar entre caminos y carreteras secundarias bajo un sol de justicia. Tocaba aprovechar las fuentes y la poca sombra que encontraba.

Panorámica desde las alturas de Cuenca

Entre las novedades que os puedo contar, ver el trébol de Elidio o la nueva área de descanso junto al Bosque de los Peregrinos al estilo del bosque pintado de Oma. Se ve que Manuel Rossi, su creador se lo ha currado y mucho (y eso es de agradecer). Y si no, mirad el paso internacional bajo la carretera a la salida del pueblo conquense de Huelves ¡Menudo trabajazo!

La subida al Pelegrín picó tanto como la otra vez y tuve que poner pie a tierra. Los neumáticos patinaban y la seguridad es lo primero. Luego, junto a la cruz, un respiro y a admirar el paisaje.

Después de almorzar en Barajas de Melo tocaba continuar la ruta (con contratiempos como sitios donde sellar que no estaban abiertos). Ante estos problemillas uno ha de actuar y no quedarse quieto, pasar a otro pueblo o ver otras opciones.

Y esto me pasó más de una vez, se nota que en verano los horarios son más laxos. Por suerte, lo que nunca cierra es el camino en sí. Tocó remontar la vía verde de los 40 días desde Estremera y subir hasta Carabaña (¡y más sitios cerrados!). Imaginaos que no encontráis un albergue o que pincháis una rueda. Hay que aprovechar cada descanso y cada sombra, como bien hice en los túneles hacia Estremera.

Tras un refrigerio, había que pasar por Tielmes y recorrer la vía del Tajuña (la huerta madrileña) hasta Perales del Tajuña, donde me esperaban Ana y Virginia con su gatita Carolina en la Casita de Peregrinos (unos soles). Ojalá hubiese más hospitaleros/as como ellas.

Ya iba teniendo las piernas algo cansadas pero tocaba rodar con una meta: llegar a Morata para disfrutar de mi merecido desayuno de campeones, sus famosísimas palmeritas (una con chocolate fino y otra con fondant más grueso)… ¡Un delicioso manjar!

Tras el madrugón y esa exquisitez, era el turno de ascender por la última parte de la vía verde del Tajuña pasando por la antigua estación de Cornacabra, la cual cumplió con su función de transporte de personas y mercancías hasta bien entrada la década de los años cincuenta.

Coronada la ascensión junto a una cementera (ahí estoy, celebrando victorioso llegar a la cima con mi maillot de Otero), ya únicamente quedaba descender relajado a Arganda del Rey, tierra de recortadores. Tras la localidad de la Poveda, opté por ir por un desvío y atravesar el antiguo puente de la N-III para llegar a Rivas. Me encanta la experiencia de realizar un camino distinto e imprevisto. Ya os he narrado otras aventuras como mi inesperado epílogo a Fisterra o el cambio de camino del Norte al Inglés. A explorar se ha dicho, como Indiana Jones, y hacer el camino tuyo.

Poco quedaba ya hasta Madrid, o eso pensaba, pero el calor empezó a pegar de lo lindo. Era el momento de la épica emulando a Don Quijote y Sancho con las trincheras de la Guerra Civil (o de los maquis, según a quien preguntéis) como escenario de fondo o en la foto, la cueva de la Bruja antes de llegar al río Manzanares.

Me está quedando un relato un poco largo, lo sé y lo lamento, pero detallado también. Una vez veía que estaba llegando a la capital, una cosa estaba clara, me esperaba una cálida bienvenida en Madrid (et oui, ¡por las tórridas temperaturas! jeje) y sellar finalmente en la Iglesia de Santiago, ubicada en pleno casco histórico madrileño junto al Palacio Real.

Información para novatos/as: Si os interesa hacer el camino, podéis acercaros a esta iglesia y pedir la credencial. Hasta tienen días en que se reúnen para dar información y consejos sobre el camino.

Si una cosa he aprendido de esta epopeya es que incluso en los momentos de flaqueza uno puede sacar fuerzas y ser paciente, que la vida no es una carrera. Ante toda dificultad u obstáculo, hay que esperar que todo mejore. O al menos eso nos recuerda esta canción de James Blunt.

‘When every ship is going down
I don’t fear nothing when I hear you say:
– It’s gonna be okay’

Tras tan heroico viaje, tocó limpiar la bicicleta y tomarse un bien merecido descanso.

1B xoxo

Une croisière par la Garonne

Bonjour à tous,

Ya empieza a llegar la primavera a Burdeos y uno de los planes ideales para visitar la ciudad es recorrer la Garonne, un río que crece y mengua fruto del vaivén del estuario de la Gironda. Para este finde o para la Semana Santa, podéis descubrirlo caminando, yendo en bici o (como os diré a continuación) navegando.

Panorámica desde los hangars

Vistas desde las ruinas del antiguo puerto

Et voici, el crucero municipal de Burdeos, un transporte acuático incluido en el abono junto con el tram o el bús. El BAT3, que así se llama, comienza su recorrido en Stalingrad (junto al Pont de Pierre), pero podéis subiros a bordo en las siguientes paradas: el embarcadero de Quinconces, los Hangars, la Cité du Vin (estas 3 se encuentran en la misma orilla de la ciudad) hasta el final del trayecto al otro lado del río Garona en la localidad de Lormont, junto al puente de Aquitania. Por si necesitáis más información, he aquí el plano.

La verdad sea dicha, parece un lujazo ir en barco cuando uno lo desea (y haga buen tiempo) y poder apreciar la ciudad desde otra perspectiva, pasar por debajo del puente levadizo Chaban-Delmas o disfrutar del Pont d’Aquitaine (que parece sacado de San Francisco, se le da un cierto aire al Golden Gate Bridge o al Puente de la Bahía). Tiene poco que ver con mi Manzanares, ‘aprendiz de río’, según decía Quevedo.

Me despido citando a José de Espronceda y su ‘Canción del pirata’:

‘Con diez cañones por banda,
Viento en popa, a toda vela,
No corta el mar, sino vuela
Un velero bergantín’

De ‘piratas’ va la cosa, atracando en diferentes puertos como decían Jack Sparrow y Mr Gibbs (pero en mi caso sin causar tantos estragos como en la saga de Piratas del Caribe):

Sparrow: Take what you can!

Gibbs: Give nothin’ back!

Desde aquí, animo a todo aquel que necesite recargar las pilas a que se embarque en una nueva aventura siguiendo el ejemplo de la banda cómica The Lonely Island. ¡Cuántas aventuras nos esperan, navegantes!

‘I’m the king of the world, on a boat like Leo!’

Me voy despidiendo ya, ¡a la mar, grumetes!

1B xoxo

El Camino #4: Bicigrino hacia Uclés

Muy buenas,

Hoy, con esta entrada, quiero recordar una promesa que hice a alguien muy querido que hoy no está entre nosotros. Pese a que no pueda leer estas palabras, he querido publicar esta entrada en su honor en el aniversario del que hoy sería su cumpleaños, el 16 Febrero.

Rebobinemos un poco. Hace tiempo supe de la existencia de una variante del Camino de Santiago que salía de Madrid hacia la serranía de Cuenca, acabando en un antiguo monasterio de la Orden de Santiago, el Camino de Uclés. Apenas unos 150 kilómetros debidamente señalizados intentando evitar carreteras campo a través. Aún precisaba de más información, así que leí un blog de su Asociación de Amigos y, tras varios mensajes, fui a recoger mi credencial a la casa del creador de esta peregrinación, Manuel Rossi, allá por Rivas.

Con las fechas ya pensadas y anunciadas para que me esperaran en el albergue, inicié mi nuevo camino (esta vez en bicicleta de montaña, porque desconocía la dificultad del terreno). Tocó madrugar y salir hacia el sur por el curso del Manzanares (el primero de muchos ríos que iba a ver) y seguir las flechas rojas con la cruz de Santiago ¡menuda labor la de pintar tantas indicaciones y construir/mantener los mojones kilométricos!

Primera parada matutina en Rivas para sellar. A continuación, encontrarme con varias personas pescando en la Laguna del Campillo. Fortuna la mía al encontrarme con una vagoneta por la vía del tren de Arganda, cruzando el río Jarama… Parecía una escena de western ¿eh? Lo siguiente ya lo conocía, pues era seguir la Vía Verde del Tajuña (otro río más) y su continuación por la Vía del tren de los 40 días hasta la población de Estremera, donde me quedaría a dormir. Por suerte, lo calculé bien y llegué al hospicio de la asociación al atardecer, a tiempo para una ducha y para cenar. Consejo para navegantes: reservad y llamad con tiempo para que haya alguien que os pueda abrir el albergue.

Una curiosidad, la vía de los 40 días que conecta Carabaña y Estremera (apenas 14 kilómetros) es llamada así por la celeridad con que se construyó en plena Guerra Civil para llegar al frente de la Batalla del Jarama.

Pese al agotamiento, a la mañana siguiente, tocaba rodar ya por tierras manchegas con la curiosidad de atravesar varios túneles. Conviene decir que a partir de aquí el camino se complica, se vuelve más solitario y esto lo vuelve más interesante. Ya todo era campo de labranza, rebaños de ovejas, etc… ¡atrás quedaba la vida cosmopolita!

Con mucha atención para no perder las señales, encontré el Bosque de Barajas de Melo (pintado como el de Oma en el País Vasco), disfrutando de la fresca sombra junto al río Calvache. Como cúlmen, os diré que logré subir hasta la Cruz del Pelegrín ¡Menudo castigo tirar de una bicicleta que pesaba un quintal por unas cuestas tan complicadas!

Ya en lo alto, tocaba descansar y dejar una concha como promesa. Ya quedaba menos para el final, lo anunciaba el Paso Internacional bajo la A-40. Ya en Huelves, tras cruzar el río Riánsares, tocaba subir para disfrutar las vistas del Monasterio de Uclés como horizonte no avecinaba la dificultad añadida de los últimos compases de la etapa. Tras un viaje con tantos altibajos, la última subida hasta el Monasterio se convirtió en un calvario. Las piernas apenas me respondían, está claro que soy humano.

Pero tanto sufrir tuvo su premio, lo reconozco. Al sellar la última casilla de la credencial, te quedas con una sensación de aventura culminada, de no faltar lo prometido y de recordar los caminos recorridos en la vida (como dice la sublime canción de The Head and the Heart).

‘Rivers and roads, rivers til I reach you’

Pese a las dificultades de la vida ¡que la fuerza os acompañe, pequeños padawans!

1B xoxo

¡Madrid sí es lugar para bicicletas!

¡Buenos días, ciclistas!

Últimamente estoy animándome a coger la bici y rodar por diferentes carriles bici o por caminos entre localidades. Eso sí, me costó volver a coger el ritmo sobre las dos ruedas (y luego dicen que todo es tan sencillo como ir en bicicleta, ¡coser y cantar, claro!)

Hace poco, decidí ir a la Fiesta de la Bicicleta de Carabanchel Alto, la cual se celebra en el Pinar de San José (gracias a la insistencia de las asociaciones de vecinos) pasando por el futuro parque de Manolito Gafotas (si es que finalmente se construye) y por el casco antiguo del barrio. Es una gran iniciativa para poner Carabanchel en el mapa por algo más que por la antigua prisión, ya demolida en la actualidad.

Si queréis hacer kilómetros, mejor el Anillo Verde Ciclista de Madrid. Se trata de un circuito de 64 kilómetros que rodea la almendra madrileña. Si a esto le sumas lo que recorras hasta llegar al anillo puede que hagas más de 70 kms como me sucede a mí (y eso que yo suelo hacer la unión por Madrid Río y el Parque Lineal del Manzanares).

Salida de la Casa de Campo

Su recorrido pasa por la Casa de Campo, hasta el barrio de Mirasierra, con alguna subida que te hace esforzarte (me viene a la cabeza la cuesta de Montecarmelo, no sé) para luego cruzar las vías del Renfe por un túnel, rodear el kilómetro cero ciclista y seguir por Las Tablas y el barrio de Hortaleza. Más adelante, continuar junto a la Peineta (o Wanda Metropolitano) y bajar más hasta Moratalaz, Vallecas, El Pozo y la ribera del Manzanares ¡Tened cuidado con los túneles! A veces hay poca visibilidad, os recomiendo que vayáis con iluminación. El anillo continuaría por Orcasitas, Carabanchel (esta vez por San Francisco), Aluche y, de nuevo, la Casa de Campo. Por algo es una ruta circular ¿no?

Para aquellos que ya conocen de sobra este circuito ciclista, hay variantes hacia otros municipios. En mi caso, quise probar e ir en bici por una Ruta Pseudo-Quijotesca hasta Alcalá de Henares (aprox. 50 kms). Desviándome del Anillo Verde por Vicálvaro, decidí seguir por Coslada, San Fernando de Henares, con un buen tramo campo a través, dando con caminos impracticables y cotos privados de caza (me gusta el riesgo) hasta dar con una salida vía la orientación o gracias al GPS.

Hoy día, hay infinidad de carriles bici urbanos, algunos separados de la circulación de coches y motos, otros de manera compartida. A algunos ciclistas no les convence la idea de ir con la presión de un coche o comiéndose el humo de los tubos de escape, les entiendo. Para ello, también hay vías ciclistas segregadas como la que conecta el Retiro (vía O’Donnell) por el Pirulí de TVE hasta el Anillo Verde en su tramo por Moratalaz.

Con la idea de ganar ritmo sobre las ruedas, quise comprobar nuevos carriles como el de la Calle Toledo y el Paseo de Paseo de Moret (por Moncloa). Adentrándome en el Parque del Oeste y continuar por la vía del Campus de Ciudad Universitaria hasta la Dehesa de la Villa (menuda subidita final tiene, como el Alpe d’Huez).

Anotación posterior. Tras cierto tiempo rodando con cierta asiduidad he comprobado que existe un dilema en lo referente a la circulación ciclista. Si están bien los carriles segregados, si con solo pintarlos es suficiente o si es necesaria una obra mayor con bolardos o bordillos, si la infraestructura es insuficiente para incitar a que practiquemos esta modalidad de desplazamiento (con carriles sándwich peligroso que no dan seguridad) e incluso que en los carriles compartidos (con su shared lane marking o sharrow, ‘arrow’ es por la flecha) se puede circular con tranquilidad. Son opiniones, comprendo el dilema pero, ante todo, todos somos amantes de la bici ¿no será mejor lo que nos une que lo que nos separa?

Por cierto, si circuláis por un sharrow madrileño, id por el medio del carril, no os dejéis engañar por ningún conductor con que se debe ir a la derecha (como si de una vía interurbana se tratase) ¡y respetad las normas o no nos respetarán a nosotros!

También podéis descubrir las Vías Verdes (como las francesas), esta vez por la Comunidad de Madrid. Por ejemplo, la Vía del Guadarrama sale de Móstoles-El Soto por su puente de metal, o  la Vía del Tajuña que comienza en Arganda del Rey, atravesando Morata de Tajuña, Tielmes, Carabaña y Ambite (entre otras localidades). Si os sentís con fuerzas, podéis tomar un desvío antes de llegar a entrar en Carabaña y culminar la Vía del Tren de los 40 días hasta Estremera.

Si aún tenéis ganas de más, podéis adentraros en el Carril Bici del Norte, que va por Colmenar Viejo hasta Soto El Real. La primera vez que lo quise recorrer acabé quedándome por el Campus de la Universidad Autónoma en Cantoblanco (falta de tiempo). Conviene salir desde Montecarmelo. La entrada a la vía ciclista es algo complicada si no la conocéis. Serían alrededor de unos 67 kilómetros entre ida y vuelta.

Si queréis hacer rodillo y mejorar vuestra cadencia, tengo la ruta idónea. Incluso para los novatos, porque yo lo fui. Podéis seguir la ribera del Manzanares hasta Perales del Río, y allí tomar el Carril Bici Sur hasta San Martín de la Vega. Apenas hay una subida hasta el Alto de la Marañosa, luego un largo descenso hasta San Martín (junto a la Warner). Otra opción sería rodear Perales y, si eso, subir el Cerro de los Ángeles (Getafe). Hay multitud de opciones.

Hace años quise comprobar si podía llegar desde Madrid hasta los límites del Sur de Madrid con la provincia de Toledo, llamémosla mi Ruta Quasi-Toledana (alrededor de 50 kilómetros). Saliendo desde el mismo Pinar de San José (aquel que mencioné al comienzo de la entrada), cruzando hasta Leganés, continuando junto al Parque de Polvoranca y atravesando una senda natural hasta Fuenlabrada (ahí conviene dirigirse hasta el campo de fútbol de la afueras) y tomando otro camino hasta Parla. Ya en Parla, tocaba seguir su carril bici (hasta tienen un circuito de velocidad y de obstáculos) y salir campo a través hacia Torrejón de Velasco. A partír de ahí, sólo quedan apenas unas pequeñas urbanizaciones como la Dehesa de Moratalaz hasta llegar a Yeles e Illescas (ya en la provincia toledana).

Sólo me queda por decir que espero que haya más aventuras por conquistar: completar el carril bici de Colmenar Viejo hasta Soto el Real (y más allá) o la Vía Verde de la Jara (en Talavera de la Reina). Siempre hemos de ponernos nuevas metas, cual aventurero.

Rodar y rodar, dando con lugares tan preciosos es ¡fabuloso! Y encima si lo hacemos gracias a nuestras pedaladas, será un doble recompensa por testar nuestros límites y porque haremos mucho bien al medioambiente al evitar generar polución innecesariamente. Con toda sinceridad, es adictivo y es que si por uno fuera no pararía de rodar y sentir esa libertad como dice este mix de Mike Tompkins.

‘With you I feel again… The dog days are over, the dog days are done…’

Consejo desde la experiencia: aunque vayáis con mapa, geolocalización, etc. ¡atención a los caminos! y procurad ir bien preparados con agua, algo de comida, documentación, herramientas y dinero. Mejor que sobre a que falte.

1B xoxo

Un Madrid verde con búnkers

Muy buenas gente,

Ya empieza a inundarnos el buen tiempo, recién salimos de la Semana Santa y vamos de cabeza al puente de Mayo ¡Ni qué decir que ya todo el mundo debe estar planeando quedadas o encuentros! A continuación, voy a proponer algunos planes por Madrid. Por ejemplo, descubrir la Dehesa de la Villa (Metro Francos Rodríguez), la cual cuenta con un pequeño bosque y colinas repletas de pinares, corredores y ciclistas (es lo que tiene contar con un carril bici idóneo para entrenar subidas continuas).

Curiosidad histórica: Los terrenos de la Dehesa fueron donados por el rey Alfonso VII de León a la aún hoy Villa de Madrid, en 1152 (se dice pronto).

Otro plan podría ser adentrarse en la inmensidad de la Casa de Campo (Metros Lago, Batán y Casa Campo). Se trata de otro Real Sitio como el Retiro, cedido al pueblo de Madrid allá por 1931. Podéis navegar por el lago, conocer el Parque de Atracciones o el Recinto Ferial. Rodar pegados a la tapia que divide el parque de Somosaguas, por ejemplo, descubrir la Venta del Batán (escuela de toreo), la Ermita de San Pedro de Meaques (junto al Zoológico) o el Estanque Repartidor de agua con el que se regaba gran parte de las más de 1700 hectáreas que conforman este paraje castellano.

Os recomiendo que subáis hasta alguno de sus cerros para tener unas vistas excepcionales del skyline madrileño. En la imagen, podéis ver las eras, un lugar donde aventaban el grano que recogían tras las cosechas cuando ya estaba seco. Con lanzarlo al aire, se separaba la paja del grano. Hoy ya está industrializado, pero este rincón es parte de nuestra historia.

Vista de las eras de Casa de Campo

Para llegar a muchos sitios interesantes de este pulmón verde de la urbe madrileña, la mejor manera es seguir pistas ciclables de asfalto y tierra (incluso pasando junto a una zona de regeneración forestal y reserva ornitológica). Quizá lo desconozcáis pero la Casa de Campo cuenta con más especies protegidas que el Jardín Botánico y apenas lo cuidamos.

Panorámica de la dehesa de la Casa de Campo

La zona de Regeneración, vallada

Para los amantes de la historia bélica, que los hay, os animo a que busquéis búnkers, trincheras de la Guerra Civil Española, incluso la Pista del Generalísimo (una carretera de cemento construida durante la contienda por los presos republicanos para poder llevar armas, comida, ropa al frente de Ciudad Universitaria). Hoy apenas queda un pedazo con firmas de los obreros, sus pisadas, nuestra historia. Por algo es considera un parque histórico.

Prosigo con otro lugar a visitar, el Parque del Oeste, (Metros Moncloa, Príncipe Pío y Ciudad Universitaria). Se trata de un espacio verde, delimitado por la residencias universitarias, que cuenta con algunos de mis sitios favoritos como el Faro de Moncloa o el Templo de Debod. También podéis visitar su rosaleda o seguir una senda con varios búnkers del Bando Nacional de la Guerra Civil. Está visto que la historia nos rodea aunque no nos demos cuenta de ello.

Además, tiene un plus para los fines de semana. Cierran parte de sus calzadas y así todos podemos descender como locos (digo, con cuidado) hasta el Puente de los Franceses. Os dejo una instantánea de la Fuente de Juan de Villanueva, maravillosa, aunque no estuviese pensada para ocupar esta glorieta (junto al Teleférico) sino la rotonda de Príncipe Pío.

Fuente de Juan de Villanueva en el Parque del Oeste

A continuación, os presento el Jardín Botánico de Madrid, emplazado junto al Museo del Prado (Metro Estación del Arte – Atocha). El rey Carlos III tenía en idea que esta extensa arboleda que él hizo plantar allí hacia el año 1774 fuese un reclamo para atraer las ciencias y las artes. Se trata de un jardín coqueto (valga la redundancia) que esconde parterres, invernaderos, bonsáis y bonitos paseos.

La Cabeza despeinada

A orillas del Manzanares, al sur del Matadero, nos encontraremos con el Parque Lineal del Manzanares (Metro Doce de Octubre). Una coqueta arboleda que cuenta con olivares y demás árboles de ribera donde reinan dos pseudo-montes (uno con una cabeza ‘despeinada’, así lo llamo yo) desde los que se pueden capturar unas imágenes preciosas de Madrid.

También se puede seguir el curso del río Manzanares, con sus puentes y sus presillas actualmente abiertas para dejar que el agua fluya y sea una fuente de vida (como sucede río arriba por la zona de Madrid Río).

Panorámica desde la Cabeza

El siguiente punto en mi recorrido se halla pegado al IFEMA (el recinto donde se celebran casi todas las ferias en Madrid), es el Parque Juan Carlos I (Metro Feria de Madrid). Cuenta con un espacio descomunal, cierto que no hay tantas zonas verdes y que precisa de alguna sombra en días de bochorno.

Si os apetece visitarlo, os recomiendo que solicitéis unas bicis (es gratis, para más señas) en uno de los puntos de información que encontraréis en los accesos. Si tuviese que quedarme con algo, sería su inmensa estufa fría. Para los amantes de las plantas, como yo, ver tantas especies juntas en una misma superficie techada es un lujazo. Otras curiosidades que deberíais ver son el jardín de las tres culturas (árabe, cristiana y judía), el olivar o el gigantesco donut o rosquilla. Allí todo se hizo a gran escala, está visto.

El Jardín del Capricho (Metro El Capricho) se encuentra muy cerca del anterior y tiene mucho que ver con las Quintas de Madrid. Su construcción se remonta a finales del siglo XVIII, por expreso deseo de la duquesa de Osuna (mecenas de Goya).

Sus jardines románticos son muy llamativos y cuentan con palacetes interesantes (si no están en obras) como el Abejero, también esfinges al estilo egipcio, bustos romanos, un templete y hasta podréis ver a Cronos comiéndose a sus hijos (para deleite de los amantes de la mitología griega). Ciertamente, es un parque muy ecléctico en el que podéis adentraros en un laberinto o ver su casita de campo, la Casa de la Vieja.

Puede que no lo sepáis, pero ahora se puede visitar un búnker (sí, otro más para la lista) con un guía que os explicará sus secretos y curiosidades como que allí se rodaron escenas de varias películas (por ejemplo, una de Drácula). Y más que se podrían rodar aún hoy. Merece la pena dar con sus conductos de ventilación (algo escondidos, para que no les encontraran). Eso sí, si os animáis, procurad reservar con tiempo y llevad alguna chaquetilla, que hace fresco allá abajo (en las profundidades de la tierra).

Y como la entrada trata de espacios verdes y de fortificaciones, os dejo con una canción de mi fellow Ed Sheeran. Ya sea un búnker o un castillo, animaos a descubrir nuevas colinas.

‘We watched the sunset over the castle on the hill’

Disfrutemos de que Madrid es, pese a todo, una de las ciudades más verdes de Europa.

1B xoxo

Madrid Río, un parque a orillas del Manzanares

Muy buenas,

Hoy quiero dedicarle esta publicación a un lugar que suelo visitar siempre que puedo cuando estoy en Madrid. Ya sea para pasear, ir en bicicleta, etc. A continuación voy a desgranar para quien no lo conozca qué es Madrid Río. Se trata de un parque nuevo cuyo origen se remonta al soterramiento de gran parte de la M-30, circunvalación madrileña que rodea la capital. La idea del alcalde en aquel momento, Gallardón, era crear túneles y que el tráfico rodado fluyese por ahí. Con esto, se abriría un espacio más para el ciudadano, el río Manzanares, intentando que éste se convirtiera en un pulmón verde repleto de árboles con múltiples infraestructuras para cruzar el río (pasarelas, puentes, presas).

Cabe señalar que antes de esta mega-construcción, el río estaba sucísimo (contaminación y basura) y este proyecto era un lavado de cara idóneo con vistas a las elecciones. El hecho es que de esa promesa proviene lo que hoy podemos, ciudadanos y turistas, admirar en la ribera madrileña. Para que este espacio tuviese continuación se habilitaron zonas de descanso y recreo (toboganes, tirolinas, etc.) a lo largo de sus casi 7 kilómetros. Por muchos es sabido que los madrileños no tenemos playa, pues a falta de mar este parque dispone de unas pseudo-piscinas con chorros que salen del suelo. Ideal para refrescarse en verano.

Otros lugares interesantes que visitar son el Invernadero de Arganzuela (con sus plantas de distintos ecosistemas) o la Casa del Reloj, la cual está rodeada de varios edificios cuyo uso estaba relacionado con el Matadero de Legazpi. Si os interesa la arquitectura industrial no dudéis en pasar un rato mirando los detalles de estas instalaciones.

Por si alguien no lo sabe, en la Casa del Reloj se celebran exposiciones y cerca de ahí, está la Compañía Nacional de Danza (a algunos les sonará porque allí se rodaban algunas escenas de exterior de la serie española ‘Un Paso Adelante’, germen del grupo de música UPA Dance).

Volviendo al tema principal, el Manzanares, soy honesto cuando digo que me cuesta llamarlo río. He visto el Sena de París e incluso el Saône y conformarse con esta lámina de agua estancada era harto deprimente… pero la iniciativa de abrir los diques de contención y que el río bajara de nivel ha resultado una gran idea. La contaminación del río ha bajado, se ha creado un ecosistema de ribera con meandros naturales que son aprovechados por todo tipo de animales, ya sean garzas, gaviotas, patos ¡hasta nutrias! Se podría decir que el turismo verde o ecologista tiene en el Manzanares un destino obligado.

Es cierto que esta nueva visión de un Manzanares más natural ha contado con el respaldo de las asociaciones vecinales, pero no de los remeros que allí entrenban. No llueve a gusto de todos. Pero bueno, a quien no le guste la renaturalización del río, siempre puede quedarse con sus monumentos: el Puente de Toledo (de estilo barroco churrigueresco del siglo XVIII), el Puente de Segovia (claro ejemplo herreriano del siglo XVI), la  Ermita de la Virgen del Puerto o el Puente de Arganzuela (también incorrectamente llamado el ‘muelle’ o ‘rulo’).

Instantánea primaveral del Manzanares

Dato curioso donde los haya: En Madrid no tenemos puerto fluvial pero las expectativas de la Corte (cuando España y Portugal eran una) las de traer barcos de gran tamaño remontando el Tajo hasta la villa de Madrid. La naturaleza lo impidió y de esos sueños hoy solo queda el nombre de esta ermita.

Vista de la ermita de la Virgen del Puerto

Apuesto (parafraseando a Imagine Dragons) a que medidas limpias y verdes como ésta solventarían muchos (no todos) problemas que acarrea la masificación urbana hoy en día.

‘I bet my life!’

Me despido, continuando río abajo.

1B xoxo

Explorando La Pedriza

Buena ruta amigos,

Hoy he decidido recorrer mentalmente el Parque Natural de La Pedriza, perteneciente a la Cuenca alta del Manzanares (Reserva de la Biosfera, es decir, un rincón protegido y salvaje que tenemos a menos de 50 kms de Madrid, al ladito del pueblo de Manzanares el Real).

Allí uno puede practicar senderimo (sabéis que me encanta, la cabra tira al monte, como dicen) y dirigirse a los altos riscos graníticos tan característicos del parque, visitar sus valles. Merece mucho la pena observar tantas rocas apiladas unas sobre otras. Se trata de una formación geológica bastante curiosa.

Allí uno puede comenzar distintas rutas partiendo del aparcamiento de Canto Cochino como, por ejemplo, subir hasta el nacimiento del río Manzanares pasando por las famosas charcas (véase la Charca verde), sus cascadas y seguir ascendiendo hasta la famosa Bola del Mundo o rodear el Yelmo, y si tenéis fuerzas hasta escalarlo (buscando marcas blancas, amarillas o rojas, recordando una de las máximas del Camino de Santiago: ‘No perderse’).

Conviene recordar a todo viajero que decida aventurarse a descubrir este roquedo que ya hay habitantes por estas tierras pétreas. Me refiero a la superpoblación de cabras que puesto que no tienen depredador natural (falta de lobos) se expanden cual virus por la comarca. Algunas asociaciones (de ganaderos o cazadores) piden que se abra el coto de caza para bajar su número ¿No sería más ecológico y menos cruel el redirigirles a otras sierras españolas y así evitar que osos en los Pirineos se coman las ovejas o los caballos de las granjas? Sí, es un debate político y medioambiental que pocos quieren tratar, quizás porque nadie tiene ni idea y todo el mundo opina.

Los habitantes de la Pedriza, las cabras

Lo bueno de este espacio natural es que según lo que quieras hacer, puedes optar por una ruta sencilla y descansar, pasear junto al río o escalar las cumbres rocosas madrileñas, esperando que no suceda el infortunio del senderista del filme ‘127 Horas’, no quiero ser pájaro de mal agüero pero siempre es mejor ir acompañado (o avisar a alguien de tu paradero), informado y preparado (véase, llevando agua, comida, móvil con batería y protección solar al estar en las alturas).

Los paisajes (landscapes) son alucinantes, en ocasiones parece que estés en la Luna y otras veces te sientes cual mohicano en los bosques del Este de los Estados Unidos. En el horizonte no podías ver nada que probase el paso del hombre. Es un medio quasi-salvaje lleno de valles que clama a gritos ser visitado por senderistas (recalco, senderistas). Absteneos domingueros que luego necesitáis ayuda para salir del embrollo por falta de preparación.

No voy a negar hay rutas difíciles, con cuestas pronunciadas, con una gran caída o con caminos embarrados. Ahí está la gracia del trekking, en lo inesperado. Puede que te encuentres con pequeñas lenguas de nieve, rocas con formas extrañas, etc.

Panoram (1)

Panorámica de la montaña con nieve

Su historia geológica se remonta a hace 300 millones de años aunque sus hoy llamativas formas son resultado de la erosión del tiempo, el agua, etc. En lo referente al senderismo en esta región madrileña, no me voy a remontar muchos siglos atrás. En 1886, se creó la Sociedad para el estudio del Guadarrama (con Francisco Giner de los Ríos entre sus miembros, de ahí viene que lleve su nombre el refugio de este parque). Posteriormente, allá por 1920, la Institución Libre de Enseñanza destacó el valor ecológico de este enclave granítico.

Animo a todo amante de la abstracción personal a que se sumerja en este paraíso. Aprovecho el 50º aniversario de una serie que ha marcado muchas infancias con los montes alpinos, recordando a ‘Heidi’, a su abuelo hecho todo un manitas, a Pedro y su rebaño.

Por aquellos largos paseos por prados, valles y montes de postal.

1B xoxo

Larga vida y prosperidad al Atleti

Buenos días,

Esta entrada no trata de un viaje, es diferente. En este caso, trata de un equipo, de su historia, de un sentimiento: del Atlético de Madrid. Muchos pueden no ser seguidores suyos (totalmente respetable, para gustos los colores) pero lamentablemente en mi fuero interno yo lo soy. ¿Por qué? Porque derrocha pasión y cercanía (más que los dos mandamases de la Liga Española: Real Madrid y Barcelona).

Atlético de Balonmano

Otros motivos de su cercanía es que ha vivido crisis, como cuando descendió a Segunda Divisón o ahora que su mudanza al Estadio de La Peineta se ve afectada por el cataclismo inmobiliario, o bien, la desaparación del equipo de balonmano debido a las dificultades económicas. Una pena cuando el mercado vence a los logros deportivos. Volviendo al Calderón, yo no abandonaría el otrora llamado Teatro del Fútbol en la ribera del Manzanares.

Siendo rojiblanco se sufre. sí, pero he ahí la pasión. Sufrir te hace humano, lo aprendí de mi abuelo (en paz descanse), gran colchonero, aún si bien cuando era un retaco no conocía a Juninho y por qué era un personaje ilustre que aparecía en los billetes de 5.000 pesetas.

Este club no solo ha sufrido, también ha conocido tiempos de gloria como el Doblete allá por la temporada 1995/96. Más recientemente, ¡ha llegado a ser 2 veces campeón de la Supercopa de Europa, celebrándolo en la fuente de Neptuno! Además, hay que añadir que gran parte de los mejores delanteros de estos últimos años han sido atléticos: Fernando ‘El Niño’ Torres, ‘Kun’ Agüero, Diego Forlán, Radamel ‘El Tigre’ Falcao o Diego Costa.

Los indios gozan, hoy día, de cierta tranquilidad en la capital española. Esa confianza no se logra a base de dinero, se consigue con un entrenador que siente los colores, el Cholo Simeone, y que no trae a la memoria los logros del Sabio de Hortaleza, Luis Aragonés (quien originó la mejor selección de fútbol con la Eurocopa de 2008). También tienen algo que ver los jugadores que sudan y corren por cada balón. Aunque algunos intenten tacharles de rudos o violentos. Creo que el fútbol va más allá de los millones que unos clubes u otros se empeñan en gastar verano tras verano. Confío en un deporte en el que importe más la garra que los billetes. Quizá en unos años me lleve una desilusión, me espero de todo teniendo como mandamases a Cerezo y Gil Marín. Recordamos Marbella ¿verdad?

Este 2019, ya comenzaron a desmantelar el Calderón junto a Madrid Río. Una lástima. Ojalá el nuevo Metropolitano traiga tantos buenos recuerdos.

El Estadio Vicente Calderón o lo que queda de él

También querría aprovechar para hacer un alegato por la rama del fútbol femenino, por lo mucho que se aprende en sus partidos y por la de buenos momentos que nos está regalando (no es fácil ganar la Liga dos años seguidos).

Tuve el honor de ver en varias ocasiones al Atlético Femenino pero nunca en el Wanda Metropolitano. Así que decidí acudir a vivir un Atleti-Barça y ¡vaya ambientazo! Más de 60.000 personas en este coliseo del fútbol para animar un deporte que tendría que ser más inclusivo.

Qué podría añadir sobre el nuevo recinto deportivo, pues que es un estadio monumental, sí, pero le falta la buena comunicación de Arganzuela. Es lo que tiene su ubicación en los antiguos descampados de San Blas. Al menos tienen unas instalaciones que quitan el hipo como una una réplica de la Osa y el Madroño de la Puerta del Sol, un caza en honor al antiguo Atlético Aviación y las placas distintivas de todos aquellos jugadores con más de 100 partidos con la malla rojiblanca. Y se espera que haya más novedades ¿un monumento en honor a Aragonés?

Sus anuncios son históricos, os dejo el de la Guerra Civil, épico. Aún recuerdo el del niño que le pregunta a su padre en el coche por qué son del atleti. Pues se es del atlético porque es…

‘Un sentimiento, una pasión y un orgullo’

Aún a las duras, por mi abuelo ¡Aupa!

1B xoxo