Des vagues de mémoires à Carnon et Lattara

Muy buenas gente,

Esta publicación la querría dedicar al recuerdo (que puede traer alegría a la par que melancolía) con el ejemplo de las playas del pasado. Como si el recuerdo fuese una marea irrefrenable que golpea continuamente la costa.

Por esto, me gustaría poner en mi diario un pin en las playitas de Carnon / Palavas-les-Flots (un brindis por esas salidas que hacíamos con el grupito de mi Erasmus montpelliérain para desconectar de las clases universitarias).

Línea de playa de Palavas

Aún me acuerdo del viaje que debíamos hacer hasta la mar, ni la odisea de Homero. Mucho mejor ahora dado que cuentan con más transportes, hasta con una nueva línea de tramway que lleva hasta l’Étang de l’Or (el estanque del oro, suena bien y es tan bonito en período de flamencos). Todo cambia por suerte para mejor.

La vida evoluciona, como también lo demuestra el sitio arqueológico de Lattara (Lattes) que se encuentra por estas marismas. Hace aproximadamente 2.500 años los galos, etruscos y griegos vivían del comercio en buena convivencia… como se puede contemplar en el museo Henri Prades. Poco tiempo después, también llegaron los romanos por la Via Domitia (Nîmes) y se instalaron allí (lo prueban los mosaicos encontrados) tras comprobar la riqueza de sus lagunas.

El florecimiento de este paraíso mediterráneo (crisol de culturas) fue bastante breve pues su bonanza dependía del crecimiento de Massalia (Marsella). Hoy día, tras varias excavaciones desde su descubrimiento en 1963, se pueden observar placas de pago inscritas entre negociantes griegos de aceite, pescado, vasijas, ánforas…

Lamentablemente el mar reculó y el étang de Méjean que le dio tanto secó su puerto y sus habitantes tuvieron que optar por una de dos vías (o quedarse y trabajar en la agricultura o marcharse a otros puertos). De regreso a las olas del pasado, ha quedado una entrada redonda.

Ya se acerca el buen tiempo ¿verdad? Un lujazo poder plantarse en la costa y disfrutar de la brisa marina cerca de Palavas-les-Flots, al sur de Montpellier con las marismas, o por la localidad de la Grande-Motte (famosa ciudad balneario que Les Wampas mentan en esta canción).

‘Oui à côté de Rimini
Même Palavas a l’air sexy
Car à côté de Rimini
La Grande Motte ressemble à Venise’

¡Me encanta el homenaje visual al pirata Marco Pantani, genio de la bicicleta!

1B xoxo

Little China #9: Las casas shikumen

Nĭ hăo!

‘Enjoy your life walking down memory lane!’

En un ejercicio de memoria de mi periplo por China (a veces viene bien recordar lo que viviste) me gustaría hablar de las históricas barriadas de Tianzifang y Xintiandi, en el centro de Shanghái, pues son el vivo ejemplo del Shikumen (o lo que queda de ello). Algunos entienden el término ‘memory lane’ como nostalgia pero sin la pena de la ausencia.

¿Qué es un shíkùmén? Traducido del chino al castellano, sería ‘puerta de piedra’, y se trata de un estilo arquitectónico chino-occidental. Por ejemplo, el vecindario de Tiánzǐ Fāng (o Fang a secas) estaba junto a la Concesión Francesa. Hoy día se puede admirar sus casas y sus callejones interconectados (longtang) con sus negocios: restaurantes, tiendas, hoteles, etc. Sus accesos con un arco de piedra es su seña de identidad y por suerte, aún quedan algunos en buen estado desde su construcción a mediados del siglo XIX.

Muchas de estas zonas residenciales fueron derruidas, algunas como Xīntiāndì (en español ‘Nuevo cielo y tierra’) fueron después reconstruidas (ahora se trata de un barrio de lujo, el más caro para vivir en toda la ciudad). En otros casos, la política del gobierno era la de renovar las casas que se pudieran salvar y crear más zonas comerciales (pero tirando abajo parte de sus callejuelas).

A veces, se trataba de motivos de insalubridad, pero también había especulación inmobiliaria (¡indudable!). Para unir estos barrios a la ciudad y sus súper-avenidas (que casi parecen carreteras en medio de la city) se construyeron puentes y pasarelas de todo tipo. Como un puente con rotonda incluida, mola ¿eh?.

A decir verdad, era como un viaje a otra realidad. En ocasiones parecía un decorado, lo reconozco, pero esta idea de poder salir del meollo urbano y callejear por lugares diferentes es algo que me encanta. No os digo nada nuevo, lo sé. Daba bastante que pensar que quien viviera allí décadas atrás podía sentirse como en una ratonera (encajonado por la urbe que nacía) pero en la tranquilidad sin coches que reinaba tras los muros del vecindario.

También podéis visitar estas zonas más turísticas o adentraros en barrios más humildes (con sus andamios de bambú y su ropa colgada en plena calle). Cuando yo (un laowai o guiri) paseaba por allí tenía que ir con cierto cuidado.

Procurad no tomar muchas fotos ni grabar… Si lo hacéis, corréis el riesgo de que venga algún miembro del comité de barrio, algo así como la policía vecinal que supervisa el comportamiento de los vecinos. Más bien son la rama más cercana del partido (comunista chino). No digo que os vayan a detener ni nada por el estilo pero el mal trago no te lo quita nadie.

La ciudad nueva y la tradicional

No sé, recopilando estas instantáneas me traen gratos recuerdos. Añoro ese contraste entre una vida más tradicional que perdura a cuentagotas con la megaciudad que busca conquistar el cielo. Es una buena metáfora del recorrido que toma el país.

Póster de la película

Me despido con el tráiler de la película chino-japonesa ‘Flavors of youth’ de Netflix. Tres historias que recuerdan el pasado de diferentes maneras, por ejemplo, a través del gusto (y vuelta a la nostalgia… como con la madeleine de Proust).

Una de sus tramas está ubicada en uno de estos barrios occidentalizados (en su póster promocional veréis uno de sus famosos accesos) y muestra su cambio, en versión anime, y su manera vivir en estos lugares años atrás.

1B xoxo

Mi adorado Parque del Buen Retiro

Buenas a todos,

Esta entrada tiene morriña en cada palabra que escribo. Es normal que, llevando un tiempo en la fría Francia, me venga a la cabeza las cosas que hacía por Madrid: quedar para ir tomar unas cervezas, salir de fiesta, pasear por el centro, etc. Una de las cosas que más extraño, y de ahí que saque el tema de esta publicación, es el Parque del Buen Retiro: su estanque, sus árboles o sus palacetes. A veces iba allí a correr, a un picnic o a leer un libro. ¡Planes a tutiplén!

Su origen se remonta al siglo XVII. En aquel entonces, estos terrenos eran reales le fueron donados al rey para que pudiese relajarse en tan bello y boscoso paraje. El monarca, junto con su corte, acudía a este lugar a cazar, descansar… de ahí viene que se ‘retirasen’ de sus obligaciones.

En primavera y verano, me encanta ir a la Rosaleda y ver todas las flores allí reunidas. Si prefieres rincones sin mucha gente, hay pequeños bosquecitos y alguna oscura gruta cerca del Palacio de Cristal. En otoño también está bellísimo, con tantos tonos caducos, rojizos, amarillentos y anaranjados.

Hay varias leyendas sobre el Retiro que le dan otro significado, por ejemplo:

Había una vez dos enamorados que se reunían en secreto en el Parterre del Buen Retiro, bajo el sauce llorón. En secreto pues ella ya estaba comprometida porque así lo quiso su familia.  Un día, la madre de la joven se enteró de dicho romance y decidió encerrar a su hija en el ático de su casa hasta que el día de la boda llegase. Su amado, sin saber nada de lo que había sucedido, acudía a diario al sauce pero ella no venía. Pasado un tiempo, él ya perdió toda esperanza y pensó que ella debió olvidarle. Su pesar fue tal que se ahorcó en las ramas de tan bello árbol. Esa misma tarde, la joven se escapó de su enclaustramiento, llegó al Parterre y, al ver a su amante colgando sin vida, optó por quitarse la vida.

Es como Romeo y Julieta. Siempre que paso por ese lugar me acuerdo de esta trágica pareja.

Reconozco que el Retiro también está lleno de personas haciendo el postureo máximo, tomando el sol y disfrutando del buen clima. Pero este parque esconde otras curiosidades que conviene conocer, como los Jardines de Cecilio Rodríguez con sus hermosos pavos reales.

También está la Casa de Fieras (el antiguo Zoo de Madrid), abierta desde 1774 hasta 1972, fecha en la que sus animales fueron trasladados al Real Sitio de la Casa de Campo, donde está hoy en día ¡Imaginaos lo impresionante que debió ser atestiguar como alguien se llevaba a una jirafa por medio de la Gran Vía! En la actualidad, en el Retiro se pueden seguir visitando las oseras, el foso de los monos y demás jaulas.

Otra curiosidad en la parte norte del parque, lindando con la calle O’Donnell, son las Ruinas de la Ermita de San Isidoro (templo construido en Ávila pero trasladado a Madrid con motivo de la desamortización eclesiástica) o peculiar la Casita del Pescador, bastante llamativa.

Si os parece poco, también podéis visitar el Palacio de Cristal, construido junto con el Palacio de Velázquez alrededor de la década de 1880. Ambos ahora son gestionados por el Museo Reina Sofía y acogen en su interior exposiciones temporales que suelen atraer a muchos turistas (por ejemplo, más abajo tenéis la instantánea de la jaima que instalaron dentro del palacio cristalino). Otra sala de exposiciones en el parque es la Casa de Vacas, visitadla.

Para todo aquel que lo desconozca, en su interior también se encuentra un pequeño monte con cipreses rodeado por un canal de agua. Se trata del monumento en memoria a las víctimas del fatídico atentado del 11 de Marzo de 2004.

Bosque del Recuerdo

Si eres un amante de los paseos melancólicos por jardines, tienes que conocer el Parterre (situado en la entrada del Casón del Buen Retiro) con sus senderos geométricos como el de Versalles. Otro plan que recomiendo es ir al archiconocido estanque, alquilar una barca y a remar (al menos durante un rato). Así te ahorras el gimnasio.

Me despido con uno de esos lugares míticos que me es imposible olvidar: el Ángel Caído. Si mi mente no falla, sería la simbología de un ángel que cayó a los infiernos, es decir, ¿un demonio? Quizá no lo sea pero su ubicación ha dado mucho juego con esta teoría porque, atentos todos, esta fuente fue edificada en lo alto del Retiro (a aproximadamente 666 metros de altura respecto al nivel del mar). Con estas cifras, normal que se piense lo que digo.

Os dejo con esta canción tan ‘cuqui’ de los Happiness que fue rodada en este parque.

‘No voy a arrancar esa flor. Quien la destruya no seré yo.’

¡Y pensar que este antiguo coto real de caza es hoy uno de los sitios más turísticos de Madrid!

1B xoxo