Little China #9: Las casas shikumen

Nĭ hăo!

‘Enjoy your life walking down memory lane!’

En un ejercicio de memoria de mi periplo por China (a veces viene bien recordar lo que viviste) me gustaría hablar de las históricas barriadas de Tianzifang y Xintiandi, en el centro de Shanghái, pues son el vivo ejemplo del Shikumen (o lo que queda de ello). Algunos entienden el término ‘memory lane’ como nostalgia pero sin la pena de la ausencia.

¿Qué es un shíkùmén? Traducido del chino al castellano, sería ‘puerta de piedra’, y se trata de un estilo arquitectónico chino-occidental. Por ejemplo, el vecindario de Tiánzǐ Fāng (o Fang a secas) estaba junto a la Concesión Francesa. Hoy día se puede admirar sus casas y sus callejones interconectados (longtang) con sus negocios: restaurantes, tiendas, hoteles, etc. Sus accesos con un arco de piedra es su seña de identidad y por suerte, aún quedan algunos en buen estado desde su construcción a mediados del siglo XIX.

Muchas de estas zonas residenciales fueron derruidas, algunas como Xīntiāndì (en español ‘Nuevo cielo y tierra’) fueron después reconstruidas (ahora se trata de un barrio de lujo, el más caro para vivir en toda la ciudad). En otros casos, la política del gobierno era la de renovar las casas que se pudieran salvar y crear más zonas comerciales (pero tirando abajo parte de sus callejuelas).

A veces, se trataba de motivos de insalubridad, pero también había especulación inmobiliaria (¡indudable!). Para unir estos barrios a la ciudad y sus súper-avenidas (que casi parecen carreteras en medio de la city) se construyeron puentes y pasarelas de todo tipo. Como un puente con rotonda incluida, mola ¿eh?.

A decir verdad, era como un viaje a otra realidad. En ocasiones parecía un decorado, lo reconozco, pero esta idea de poder salir del meollo urbano y callejear por lugares diferentes es algo que me encanta. No os digo nada nuevo, lo sé. Daba bastante que pensar que quien viviera allí décadas atrás podía sentirse como en una ratonera (encajonado por la urbe que nacía) pero en la tranquilidad sin coches que reinaba tras los muros del vecindario.

También podéis visitar estas zonas más turísticas o adentraros en barrios más humildes (con sus andamios de bambú y su ropa colgada en plena calle). Cuando yo (un laowai o guiri) paseaba por allí tenía que ir con cierto cuidado.

Procurad no tomar muchas fotos ni grabar… Si lo hacéis, corréis el riesgo de que venga algún miembro del comité de barrio, algo así como la policía vecinal que supervisa el comportamiento de los vecinos. Más bien son la rama más cercana del partido (comunista chino). No digo que os vayan a detener ni nada por el estilo pero el mal trago no te lo quita nadie.

La ciudad nueva y la tradicional

No sé, recopilando estas instantáneas me traen gratos recuerdos. Añoro ese contraste entre una vida más tradicional que perdura a cuentagotas con la megaciudad que busca conquistar el cielo. Es una buena metáfora del recorrido que toma el país.

Póster de la película

Me despido con el tráiler de la película chino-japonesa ‘Flavors of youth’ de Netflix. Tres historias que recuerdan el pasado de diferentes maneras, por ejemplo, a través del gusto (y vuelta a la nostalgia… como con la madeleine de Proust).

Una de sus tramas está ubicada en uno de estos barrios occidentalizados (en su póster promocional veréis uno de sus famosos accesos) y muestra su cambio, en versión anime, y su manera vivir en estos lugares años atrás.

1B xoxo