Banksy in Libourne downtown!

Hi there!

Hoy vamos a hacer un viaje a Libourne, nada que ver con Livorno en la costa italiana, bañada por el Mediterráneo. Para todo aquel que lo desconozca, esta ciudad tuvo una gran importancia por el comercio vinícola en la Gironda por el río Dordoña.

Se trata de un municipio con poco más de 20.000 habitantes. Pese a su tamaño, será sede de la histórica carrera ciclista el Tour de France, el cual acogerá la salida de una de sus etapas en esta edición del 2023. Aquí es como una religión y que el pelotón pase por tus calles es como tener un día festivo y se celebra (véase en la foto del ayuntamiento con el cartel publicitario).

Por si no lo sabéis, a falta de un río, allí cuentan con dos, la Dordogne y el Isle que confluyen frente a su bastide (un desarrollo urbano que se llevó a cabo en multitud de ciudades del suroeste de Francia con un fin económico y defensivo). Su peso era tal que incluso contaban con una aduana fluvial si la mercancía pasaba por su territorio.

Vista del puerto fluvial desde el río Isle

El nombre de esta villa francesa viene de un personaje histórico inglés, Roger de Leyburn. Él fue un soldado próximo al rey Eduardo I de Inglaterra. Se sabe que le salvó la vida en más de una batalla. Sus servicios fueron recompensados y pasó a ser miembro del Consejo del Rey.

Se conoce que este caballero realizó un peregrinaje a la tierra santa para expiar sus pecados en su juventud. Cuando se le ofreció la oportunidad de regresar a Jerusalén décadas después, él prefirió por optar y quedarse en la Gascuña francesa. Fue nombrado algo similar a Teniente del ducado de Aquitania cuando estas tierras pertenecían a la corona inglesa.

Y sin salir de esta temática británica, ahora os presento la exposición de Banksy que se celebró en el mes de mayo en la Manège des casernes. No puedo negar que soy un amante del arte urbano o callejero y cuando supe que iba a tener a mano esta oportunidad no dudé ni un segundo en pillar un tren e ir a presenciar esta colección.

Dicha exposición era gratuita, podías donar lo que desearas sabiendo que lo recaudado iría a ayudar a ONGs que rescatan a inmigrantes en el Mediterráneo. Merecía la pena por ver sus famosos carteles, carátulas que hizo de CDs como del grupo británico Blur.

Sus dibujos buscan sorprender y dar que pensar, como es el caso del dibujo ‘Save or Delete’ (‘Guarda o Borra’ en castellano) que iba a ser utilizado por la organización Greenpeace para concienciar sobre la deforestación mostrando la muerte de los personajes del clásico ‘El Libro de la Selva’ al desaparecer sus hábitats pero Disney impidió que se hiciera. No creo que haya un mensaje más fuerte que ver a Mowgli a punto de ser ejecutado por la inacción de los gobiernos.

El inmovilismo de nuestros políticos es uno de sus temas recurrentes, como con la obra ‘Monkey Parliament’ que (en medio del patético Brexit) asemejaba a los parlamentarios con monos. No es difícil comprobar que muy alejado no está, aunque creo que los monos no se merecen esa comparación (seguro que son más sabios que muchos de nuestros representantes).

The Walt Disney Company se convirtió en otra diana en sus trabajos, por su influencia en los niños, así como la cadena de comida basura McDonald’s. La mercantilización y el consumismo por encima del bienestar social.

Por ejemplo, esta exhibición me abrió los ojos. Desconocía que Banksy junto con otros artistas creó un parque temático que buscaba deprimir a los visitantes (con escenas de basura, un castillo en ruinas, etc). Dismaland era un bemusement park efímero que apenas duró un mes allá por 2015 y que criticaba con cierta ironía Disneyland.

Como Dr. Dre y Snoop Dogg, Banksy es un adelantado a su tiempo. A quien le escueza, es que algo de razón tiene. Recordemos los numerosos graffitis que pinta en sitios de conflicto armado (como niños jugando junto a escombros de edificios derruidos por bombas y misiles).

‘Dr. Dre is the name. I’m ahead of my game!’

Genio y figura, he dicho.

1B xoxo

Little China #11: Los chinos y sus rarezas

Dàjiā hǎo! (¡Hola a todos!)

Este será mi último capítulo de mi serie de publicaciones chinescas bajo la temática ‘Little China’ y me gustaría despedirme con un alegato a las diferencias culturales existentes y aquello que nos acerca al lejano oriente.

Comencemos con algunas peculiaridades que me dejaron boquiabierto. Si os paseáis por el People’s Park (Parque del Pueblo) un domingo muy probablemente os topéis con el mercado de los matrimonios (Marriage Market). En una sociedad que define el éxito por el trabajo, se deja de lado la vida social. Debe ser por eso que son tan introvertidos.

El caso es que como los jóvenes no se pueden conocer dadas las normas del trabajo hasta la extenuación para poder progresar en el sistema, los padres acuden a este parque con paraguas y los currículums de sus hijos/as para preparar un encuentro y forzar un matrimonio.

Muy casual no parece. Aquí ni cupido ni el destino… si tienes un buen sueldo y un contrato indefinido se te rifan pero, en cambio, si eres un nini sin trabajo ni futuro, te quedarás para vestir santos.

Otro mercado que conviene que conozcáis, aunque sea únicamente por verlo con vuestros propios ojos, es el Xingyang fashion and gift market o mercado de las imitaciones (muy logradas). Es una ciudad de locales y tiendas donde el regateo es el pan de cada día.

Hablando de rutinas, en mi día a día, cuando me decidía por rodar en bici, descansar o pasear por un parque, era bastante probable que me encontrara con gente jugando al mahjong o al go con un corro de público que se pasa el rato apostando. En vez de encontrar trileros di con esto, increíble ¿verdad? Otras veces veía a mujeres haciendo tai chi a ritmo de música disco en la placita del barrio ¡un espectáculo!

Tienen una mentalidad compleja. Por un lado, la gastronomía china va más allá del pato pequinés o del arroz tres delicias. Aún recuerdo un riquísimo manjar que pude degustar, la olla mongola, con sus dos sopas – una era picante – y los ingredientes a parte para que tú mismo crees tu receta (al estilo de la fondue suiza). Y para desayunar… un baozi o dumpling caliente para coger fuerzas (yo tiraba más por el de verduras, mejor jugar a lo seguro).

Pero también tienen excentricidades culinarias, véase el stinky tofu o el perturbador lifelike dog cake (un pastel con forma de perro tan bien hecho que parece que estás comiéndote un pug o carlino de mousse). Mirando el lado positivo, al menos no ladra.

Qué decir de la ciudad de Shanghái que no haya rememorado aún, pues que aún guarda restos de su origen como puerto abierto al mar y su paso por distintas concesiones extranjeras que veían allí una lugar en el que prosperarían sus negocios.

Dentro de la locura citadina, uno puede encontrar la paz hasta en un templo en la azotea de un rascacielos (menos terrenal imposible). Se puede decir que la simbología tradicional china perdura en su día a día. Véase, por ejemplo, con los cartelitos rojos (el color rojo significa éxito y buena fortuna) que ponen en sus puertas para que alejar la mala suerte del hogar (similar a la herradura, ahora mismo no recuerdo si las puntas tenían que estar hacia arriba o abajo…).

A pesar de lo que muchos crean, Shanghái es más occidental de lo que uno se puede imaginar, una ciudad abierta a la luz (literalmente, la factura no debe ser barata), tecnológica y un lienzo en el que podréis encontrar pinceladas de todo el mundo.

Un ejemplo de este mix sería mis desayunos en el Family Mart (una cadena japonesa de tiendas o conbini stores parecidas al badulaque de los Simpsons, tipo 7-eleven) y así evitaba ir como un zombie por un gran supermercado abarrotado.

La conbini store del barrio

Por otro lado, es cierto que Occidente ha llegado (y parece que para quedarse). Era sencillísimo dar con las cadenas de comida rápida, o basura, ya sea el McDonald’s o la otra cadena de fast food china ‘Kung Fu Catering’ que fue demandada por la familia de Bruce Lee por utilizar la imagen del maestro de las artes marciales. Atención, que no estoy haciendo publicidad ni nada… que no soy fan de este tipo de alimentación. Donde esté la dieta mediterránea que quiten tanto alimento procesado (vuestra salud os lo agradecerá).

¿Sabíais que el Starbucks más grande del mundo está en Shanghái? Exactamente. Muchas franquicias ven en el mercado chino una oportunidad de expansión… ¡que se lo digan a los superhéroes de Marvel!

En una ciudad tan grande era normal pasar mucho tiempo en el transporte público. Y bueno, o te adaptas o lo acabas aborreciendo. A mí me gusto su enorme metro (y el subterráneo madrileño no tiene nada que envidiarle ¡ojito!).

Lo que realmente me chocó, y bastante, fue ver sus barreras anti-suicidio o la cantidad de anuncios que hay en los túneles mientras el tren está en movimiento. Es más, en su momento sí me dio que pensar ver tantas mascarillas (por el olor a humanidad, la contaminación, los mosquitos o incluso para taparse los dientes)… Ahora, tras la pandemia, es otro cantar.

También era habitual ver chicas por el metro en pijama pero con abrigos de piel y súper-maquilladas con la tez palida (allí pillar el moreno del sol no está muy bien visto, es como una señal de que uno proviene de una familia pobre o de las provincias donde se trabajan de sol a sol en los campos de arroz… ¡cuánto más impoluta sea la piel mejor!).

El canon de belleza asiático es díficil de definir, por ejemplo, históricamente las mujeres tenían que vendarse los pies para que éstos no crecieran más. Y según es tradición, podían seguir llevando zapatitos de niña pequeña. Una auténtica tortura que deformaba (y hasta rompía) huesos y dedos porque dice la tradición que un emperador se enamoró de una de sus cortesanas porque tenía los pies pequeños. Por suerte este martirio de los pies atados ha ido desapareciendo.

En resumen, como dice la siguiente canción de Kelly Clarkson (en la versión de la serie americana ‘Glee’), lo que no te mata te hace más fuerte. Experiencias como éstas lograron que servidor sea más abierto y tolerante (open-minded), lo ideal para no acabar volviéndose un ofendidito.

‘What doesn’t kill you makes you stronger,
Just me, myself and I’

Sin duda alguna, todos somos unos ‘rarunos’. Abracemos nuestras peculiaridades.

Me despido sin saber si podré publicar algo estas fiestas (muchos planes: cenas, reencuentros, etc.) así pues os deseo unas… ¡Felices fiestas! ho ho ho

Zàijiàn, es decir, nos vemos.

1B xoxo