La filosofía del (vivir para el) trabajo

‘I was told when I get older, all my fears would shrink
But now I’m insecure, and I care what people think

(…)

Wish we could turn back time
To the good old days
When our mama sang us to sleep
But now we’re stressed out

(…)

Used to play pretend, give each other different names
We would build a rocket ship and then we’d fly it far away
Used to dream of outer space, but now they’re laughing at our face saying:
«Wake up, you need to make money!»‘

que vendría a ser en castellano:

‘Me dijeron que cuando fuese mayor, todos mis temores se reducirían
Pero ahora soy inseguro y me importa lo que piensa la gente

(…)

Ojalá pudiéramos retroceder en el tiempo
a los buenos viejos tiempos
cuando nuestra mamá nos cantaba para dormir
pero ahora estamos estresados

(…)

Solíamos jugar juegos de fingir, darnos nombres diferentes
Construíamos un cohete y luego lo echábamos a volar
Solíamos ​​soñar con el espacio exterior, pero ahora se están riendo en nuestra cara
diciendo: «¡Despierta, necesitas ganar dinero!»‘

Y de vuelta a la rutina del trabajo…

Comienzo con la letra de la canción de Twenty One Pilots como ejemplo de la sociedad en que vivimos hoy en día. De pequeños, tenemos prisa por hacer cosas de adultos, por trabajar, y cuando ya somos mayores de edad en lo único que pensamos es en volver a disfrutar como enanos de los pequeños placeres (hay mucho síndrome de Peter Pan suelto).

¿Es cosa mía o nos autoengañamos? o quizás es mi visión inconformista la que habla. Se nos enseña que el éxito radica en lo que tienes, en tu poder económico (un upbringing bastante equivocado). Muchos anhelan ganar six figures (más de 100K al año) y recibir a sus invitados con un ‘¡Bienvenidos a mi casa!’ cuando lo más acertado sería decir ‘Bienvenidos a mi casi-propiedad, por ahora pertenece al banco pero estoy pagando religiosamente la hipoteca, ¡a ver si en 40 años pasa a ser 100% mía!’. Ojalá, en ese supuesto, uno no pierda el trabajo porque tendrá que seguir con las mensualidades a deber aunque no tenga dinero para traer comida a la mesa (o lo desahuciarán).

Los bancos se autorregulan y controlan el mercado a través de la deuda. Os recomiendo que veáis la película ‘Margin Call’ que ejemplifica la codicia de la banca. Atraen a los clientes a ciertos productos financieros, préstamos hipotecarios, cuentas, tarjetas para que gasten más de lo que pensaban inicialmente y el coste aumenta exponencialmente. Es el caso de, por ejemplo, las tarjetas revolving (de pago aplazado) porque te obligan a estar endeudado sin necesidad hasta sentirte con el agua al cuello.

La sociedad evoluciona y nosotros crecemos constantemente. No somos las mismas personas ni tenemos las mismas ideas que nuestros abuelos a nuestra edad… ni aquellas que teníamos 10 años atrás. El conocimiento y la experiencia acaba con la inocencia. Comprendemos la disparidad del mundo, los ricos son muy ricos y los pobres tienen que ir a comedores sociales. Y a veces ni lo discutimos, más bien lo aceptamos a regañadientes.

Por ejemplo, ahora es nuestro momento de trabajar, arrimar el hombro y pagar la seguridad social que sostiene las pensiones de nuestros mayores pero, ¿habrá pensiones cuando llegue nuestra hora? Es un tema delicado pero aquí en Francia, el país de las huelgas (tienen bien marcado el gen beligerante) se manifiestan continuamente por la retraite o sus derechos laborales. Las grèves o huelgas francesas son multitudinarias, colapsan las ciudades y el sistema (como en la imagen con la huelga de agricultores). Aún tengo grabado en la retina cómo cerraron la universidad durante mi erasmus en Montpellier.

Mucha gente busca la oportunidad de prosperar fuera y emigra a otros países (moi-même) pero en ocasiones ese trabajo es el que la gente de allí no está dispuesta a aceptar: lavaplatos, albañil, etc. (véase los que llegan a Canadá) y aunque uno se imagine salarios más altos en países del primer mundo, como en Estados Unidos, conviene tener en cuenta el enorme coste de la sanidad (¡viva la sanidad pública! he dicho).

El problema viene de que nos comparamos continuamente, ya sea con amigos, con ex-compañeros y a veces salimos ganando (instintivamente nos alegramos) pero también podemos salir perdiendo (y ahí podría empezar la depresión). Lamentablemente, es como si viviésemos en un mundo alternativo de ‘Black Mirror’ con una red social que nos pone en una clasificación por titulación, experiencia, etc. Puedes haber hecho grandes cosas pero sentirte una mierda (perdón por la expresión malsonante) si otro ha subido más en el escalafón. El amor no es ciego, la envidia sí que nos impide ver las cosas como son.

Esa idea de progresar y no quedarse estancado está muy implantada en Japón. Allí viven para bajo un estrés insoportable por cumplir con los objetivos y expectativas laborales y familiares. De este ritmo frenético nació el karoshi (かろし) o el fenómeno de muerte por exceso de trabajo. Sí, entendisteis bien, allí hay una oleada de decesos por ataques al corazón, problemas cardiovasculares y ya no lo pueden ni ocultar. La huelga a la japonesa (trabajar aún más) no es sana. Que se lo digan sino a los empleados de las Big Four, las grandes empresas de consultoría y auditoría, que ganan pasta pero a expensas de su tiempo libre. Viven encarcelados en sus prisiones de cristal, viendo la ciudad de sus oficinas desde sus rascacielos (isn’t it symbolic?).

Como contrapunto, en el país del sol naciente también existe la filosofía del ikigai (いきがい, la razón de ser/vivir). Ésta se centra en aquello que hace que nuestra vida valga la pena, es decir, dar con algo que se nos da bien y nos gusta. Se dice que por eso hay mucha gente centenaria allí, aún después de haberse jubilado siguen haciendo lo que les apasiona: incluso los hay que siguen dedicándose a su oficio.

En palabras del sabio Confucio ‘Si amas aquello que haces, no trabajarás un día en tu vida’. ¿Será cierta esta afirmación? Lo desconozco.

Esa ansiedad por el trabajo viene también acompañada de la dificultad que encuentran de poder encontrar otro trabajo. Muchas veces la empresa que te entrevista lo único en que piensa es en el motivo por el que te dejaron marchar de tu anterior empleo. Es algo peliagudo pero ante ese más que plausible rechazo, muchos se autoaislan (¿os acordáis de los hikikomori?) en su habitación como si fuese su tumba en vida.

Ya lo explica perfectamente Pepe Mujica, ex-presidente de Uruguay, en ‘Frágil equilibrio’ (ganador del Goya al mejor documental): si compras, por ejemplo, el último iPhone o unas zapatillas Nike no lo pagas con dinero. En realidad, lo estás pagando con el tiempo que alquilaste trabajando.

El fin del capitalismo es hacernos más atractivos los bienes materiales, como los anteriores, y convertirlos en necesidades (pese a que no lo sean). El marketing moldea nuestras mentes y juega con ellas para que el consumo nunca pare.

En momentos como éste creo firmemente en que el minimalismo tiene un rol importante y que debería dejar de ser un tabú. Muchos viven intentando comprar su felicidad con la última termomix o con un SUV cuando, lamentablemente, puede que sólo cocinen una vez al año una de las recetas que encuentren por internet o que tengan el coche muerto de asco en el garaje. Todo para mantener un estilo de vida marcado por otros, somos unos meros títeres.

No es más rico el que más tiene o el que más gana, sino el que mejor sabe qué hacer con su dinero. Bastante gente carece del gen ahorrador, son derrochadores del carpe diem shopaholic que se atrever a afirmar que ‘el dinero está para gastarlo y disfrutarlo’, ¡valientes irresponsables!

Y ya, con un ánimo renovado gracias a la siguiente canción de los poetas punks Blink-182, os digo ¡hasta pronto! Hay trabajos que apestan pero no los hagáis el centro de vuestras vidas.

‘Late night, come home
Work sucks, I know’

Vive aventuras, olvídate ese trabajo soporífero y escapa del estrés siempre que te sea posible (pero nunca a costa de tu libertad financiera). En resumen, vive ¡exacto! ¡pero no te endeudes!

1B xoxo

In Search of Citizens’ Liberty!

‘Remember, remember!
The fifth of November,
The Gunpowder treason and plot;
I know of no reason
Why the Gunpowder treason
Should ever be forgot!’

Comienzo con el título de mi entrada en homenaje a la eterna obra filosófica del autor francés Marcel Proust (‘À la recherche du temps perdu’ o ‘En busca del tiempo perdido’) y con estas líneas que rememoran la conspiración de la pólvora (1605) orquestada por algunos provinciales para derrocar la Corona Británica (protestante), descontentos con sus medidas penales anticatólicas. Intentaron secuestrar a los infantes y, por lo que más se les recuerda, estuvieron cerca de destruir el Palacio de Westminster (hogar del icónico Big Ben). Desde aquí, os animo a que cuando la situación se calme visitéis Londres, sus callejuelas, parques y puentes sobre el río Támesis. It’s an amazing city!

Big Ben

Entre sus miembros se encontraba Guy Fawkes, de ahí que el 5 de Noviembre lleve su nombre, Guy Fawkes Night y se celebre la noche de las hogueras. Su tentativa de volar por los aires el Parlamento fue un fracaso, sí, pero hoy queda en la memoria colectiva su complot y sus ideales. De ahí que V tomase su rostro como ideal de la anarquía y que su máscara haya sido utilizada como símbolo por el grupo de hackers Anonymous.

V de Vendetta

Así lo plasmó Alan Moore en su novela gráfica, y la posterior película de 2006, ‘V for Vendetta’ (1982) que nos presenta un futuro distópico en el que un partido político ficticio llamado Norsefire (Fuego Nórdico) aniquiló a sus opositores en campos de concentración y sumió el país británico en un estado fascista policial.

En ocasiones, la realidad y la ficción apenas se distinguen. Por ejemplo, en estos días, vivimos confinados por el temor a un contagio, a un virus (y no, no es el virus zombie). Parece lejano aquel mes de febrero, el último mes ‘normal’ de este año. También ay campañas y enfrentamientos políticos por doquier: elecciones en Estados Unidos, discusiones en el Congreso, voceros y demás titulares.

Ante todo esto, un nuevo término que sumar al ya trillado coronavirus. Me refiero a la definición de fatiga pandémica. ¿Qué es? ¿Algo que se ha sacado de la chistera la OMS para crear hipocondríacos? Según ellos, el pasar un largo confinamiento, viendo que las cifras de contagiados, y fallecidos, vuelven a subir, y el hartazgo político por su falta de acción tienen como detonante manifestaciones y enfrentamientos contra las fuerzas de seguridad. En resumen, la rebelión ante las normas.

Se dice que el gobierno ha de rendir cuentas ante el pueblo pero más bien parece que una vez cada 4 años se prometen medidas y acciones que luego no se cumplen con excusas (ya es así en todos los países, véase con el Brexit). Es el régimen democrático. Hoy día, existe un dilema político que enfrenta salud y economía (y no me refiero únicamente al cambio climático, sino al cierre de locales). Parece que solamente importa tomar decisiones con rédito político ante sus electorados. De continuar por estos derroteros, tendremos pandemia para rato.

Lo peor es que situaciones tan malas son el germen de los extremismos. Si no hay autoridad, reinará el libertinaje (diferente a la libertad que muchos enarbolan y que ya casi carece de sentido). Ojalá alguien hablara tan claro como el actor y cineasta británico Charles Chaplin en ‘The Great Dictator’ (1940), una gran sátira del nazismo cuando éste se extendía fruto del descontento social por la pobreza y la hambruna que vivían. Conocemos las consecuecias de la Segunda Guerra Mundial: campos de concentración, exterminio y destrucción.

Puede que no aprendamos de los errores del pasado, que haya más ataques terroristas en Europa, que demos más voz a botarates que juzgan y prometen mentiras en vez de escuchar a expertos con opiniones fundadas en la experiencia, en la ciencia, en la razón, etc. Kennedy o JFK se preguntaba qué podía hacer por su país. El nivel de la política actual ha caído en picado Lamentablemente, hoy todo va de atacar y defenestrar al rival. Como dice el refrán ‘perro ladrador, poco mordedor’ porque las ideas que hay son más bien pocas y trasnochadas.

De seguir en este clima de crispación, puede que broten más y más ideologías totalitarias como el ficticio Ingsoc o Socing (Socialismo Inglés) descrito por George Orwell en su novela ‘1984’ (publicada en 1949). Para algunos ese Gran Hermano (Big Brother) vigilante es sinónimo de seguridad, para otros es más bien privación de libertad.

Lo que hemos de preguntarnos es si acaso habría algún héroe que tuviese el valor de ser el ejemplo de la anarquía social contra el régimen y las mentiras políticas. Quizás sea una perorata difícil de comprender, pero el encierro es lo que tiene. Me despido con el final apoteósico de V con la bella Obertura 1812 del compositor ruso Tchaïkovsky de fondo.

V de Vendetta, Orwell, Chaplin… I’m in such a british mood today, isn’t it?

PD: Como sé que la política es un tema tabú, como la religión o el sexo para otros, he decidido aderezarlo con películas y libros. Y si alguien se siente ofendido con lo aquí escrito, I don’t care!

1B xoxo