Visitas palaciegas por la Historia de España

Muy buenas,

Os quiero presentar algunos parajes que son o fueron Reales Sitios, es decir, palacios en los que el monarca residió con su corte (nobles, vasallos, embajadores, soldados, etc.). La corte traía vida y dinero allá donde iba.

Este tour palaciego empieza en el Monasterio de San Jerónimo de Yuste (Cáceres). Allí se refugió el emperador Carlos I de España y V del Sacro Imperio Germánico tras abdicar en su hijo. Según cuenta la leyenda, en todo su imperio no se llegaba a poner el sol. También ha quedado para la posteridad que el emperador no era muy ducho con los idiomas pues apenas hablaba castellano (uno de los motivos de las rebeliones de los Comuneros de Castilla entre 1520 y 1522). Menudo monarca si no hablaba ni papa ¿verdad?

Volviendo a Yuste, se distanció de los tejemanejes del reino en tierras extremeñas. Se dice que se enamoró de la comarca de la Vera, de ahí que se decantara por este monasterio para pasar sus últimos días rezando.

Su hijo Felipe II, quien heredó también la Corona de Portugal bien entrado el siglo XVI, sumó más territorios a su reino (que no imperio, porque nunca recibió dicho título) pero a su vez empezó a perder grandes batallas ante sus enemigos. Se puede decir que a partir de su reinado empezó el declive español con los Austrias que luego se acrecentaría con la dinastía de los Borbones (descendientes de Luis XIV de Francia, el Rey Sol, sí, el de Versailles).

Felipe II, en calidad de príncipe, también se encargó de la reconstrucción de varios palacios y monasterios durante el gobierno de su padre. Esta experiencia le llevó a embarcarse en la construcción del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. De la nada, asentó la corte con un tremendo palacio-monasterio a los pies del Monte Abantos. Curiosidad a tener en cuenta, la forma del palacio es de parrilla en honor a San Lorenzo (porque murió en una) dado que Felipe II tuvo una gran victoria en la Batalla de San Quintín en su día.

La rumorología contaba que Felipe II siguió la evolución de tan colosal obra desde una silla que le tallaron en roca viva, la  famosa Silla del Rey. Hoy se sabe, gracias a diversos estudios, que su creación data de la época en la que los vetones poblaban la parte central de la Península Ibérica, antes de la llegada del Imperio Romano. Se piensa que era un altar sagrado de dicho pueblo. Nada que ver con el afán constructor del rey pero tiene unas vistas preciosas.

Panorámica de El Escorial y el Monte Abantos, al fondo.

Felipe II también comenzó la construcción del Palacio de Aranjuez, a orillas del río Tajo, con sus ampliaciones y sus jardines repletos de fuentes. La primera línea ferroviaria llevada a cabo en Madrid fue la de Madrid – Aranjuez, construida por el marqués de Salamanca (un hombre que supo amarrarse a su cargo en parte por su amistad con la Corona) y posteriormente subvencionada por el Estado Español. Os animo a que paseéis por sus calles e incluso, si tenéis tiempo, que visitéis el Jardín del Príncipe. Merece muchísimo la pena.

Para los amantes de la revolución francesa y de los levantamientos populares, os gustará saber que tenemos una rebelión a la española. Para quien no lo sepa, durante el reinado de Carlos III (anteriormente Rey de Nápoles y Sicilia, considerado uno de los mejores alcaldes de Madrid) uno de sus políticos, el marqués de Esquilache, de origen italiano, decretó la orden de que nadie pudiese ir por la calle con grandes capas y sombreros por motivos de seguridad. Su idea era la de dar la apariencia de que España era un reino ilustrado pero en lo que no pensó era en que el pueblo vio colmada su paciencia dado que vivían en la hambruna mientras que la corte se vanagloriaba con su opulencia. Buen pretexto para el Motín de Aranjuez (1766).

Vista central del Palacio de Aranjuez

Volviendo a Felipe II, otra obra maestra que edificó fue la Granja de San Ildelfonso (nada tiene que ver con una granja). Su ubicación no pudo ser más acertada, en pleno valle de Valsaín, a pocos kilómetros de la sierra alta madrileña-segoviana. Se puede decir que era un oasis castellano con humedad, temperaturas no muy altas, etc. Un lugar idílico y saludable, pensaron. Sus sucesores en el trono sabían de los beneficios de residir allí y algunos ampliaron sus terrenos. Conviene decir que otro uso que le daban a este palacio era el de la caza. Hoy día, sigue siendo uno de sus pasatiempos favoritos (que se lo digan a Juan Carlos I, ¿verdad?). Dicho palacio sufrió incendios y también fue modificado siguiendo las corrientes artísticas del momento o según los gustos de los monarcas que allí moraban.

Aunque os esté mencionando sus reales sitios como palacios, en este caso también he de parar a presentar con más detenimiento sus jardines y sus fuentes monumentales. Por suerte, hay espectáculos en los que hacen funcionar las fuentes (con un horario estricto algunos días a la semana, mayormente en temporada estival). Si hasta construyeron un ‘mar’ con las aguas recogidas del valle y llegaron a crear una piscifactoría real.

Este tour no trae de vuelta a Madrid, villa que no fue capital de España ni ciudad de la corte hasta que llegó Felipe II, antes los monarcas pasaban algún período en sus aposentos reales o en monasterios como los Jerónimos (con su claustro, hoy junto al Museo del Prado).

El Real Alcázar de Madrid se ubicaba en lo que hoy ocupa el Palacio Real, frente a la Plaza de Oriente (aunque era relativamente más pequeño). Este alcázar se incendió hace varios siglos, su finalidad era defensiva con varias torres y murallas para proteger su medina y arrabales. El cómo se incendió nadie lo sabe exactamente pero las malas lenguas dicen que fue orquestado para poder construir el conjunto arquitectónico que hoy observamos.

¿Sabíais que el nombre de Madrid proviene del árabe mayra (Mayrit) que quería decir ‘agua abundante’? En la época de la conquista árabe y los califatos, este territorio destacaba por sus arroyos y fuentes como la del Arenal (hoy junto a la Puerta del Sol) o la de la Castellana (que discurría por la arteria central de la capital) además del río Manzanares.

Si os gusta la historia y sus restos, os recomiendo que busquéis partes de las murallas que se fueron añadiendo por los monarcas con el paso de los siglos conforme la población iba aumentando y construyendo sus arrabales lindando con las antigua muralla árabe. Dícese de esta muralla un lema a veces olvidado por los madrileños pero que bien merece que lo recuerde a continuación:

‘Fui sobre agua edificada, mis muros de fuego son.’

A lo mejor os preguntáis a qué santo viene esta frase que podéis encontrar en la Plaza de Puerta Cerrada. Sí, Madrid era un tierra rica en acuíferos (‘Matrice’, o madre de las aguas, según los visigodos) y no estáis locos, sus muros eran ígneos. Es decir que del pedernal defensivo saltaban chispas cuando se le disparaban flechas de sílex.

El Palacio Real no era el real sitio preferido para los monarcas, por su cercanía a la caótica y ruidosa urbe, de ahí que prefiriesen esparcirse en sus palacetes en el campo o incluso en el Retiro. Estos eran lugares a los que no podía acceder cualquier ciudadano, eran de uso únicamente real hasta que se permitió la entrada a toda persona (siempre que fuese una persona de bien, bien vestida y con buenas maneras).

Quizás por ello, se buscó ampliar el Palacio hacia el oeste, con sus jardines y parterres por el Campo del Moro y los Jardines de Sabatini (llamado así en honor al maestro mayor de obras de la villa y corte, quien también reconstruyó la Plaza Mayor).

Otra curiosidad de Madrid, ¿sabéis por qué la Plaza de Oriente y el Retiro reúnen varias estatuas de reyes godos y cristianos? Todo se debe a un sueño, o pesadilla, más bien: la reina Isabel de Farnesio, esposa de Felipe V, se imaginó que en uno de sus paseos palaciegos una de estas estatuas (que debían estar en lo alto del palacio) se caería y la aplastaría.

Por cierto, para unir temas, Felipe V e Isabel de Farnesio sufrieron el fatídico incendio del Real Alcázar, en la Nochebuena de 1734, que pudo haber acabado con cientos de lienzos de Velázquez (como las Meninas). Debido a este percance, se marcharon largos periplos a la Granja, quizá también para calmar la atribulada mente del monarca, se piensa que tenía un trastorno bipolar que fue a peor tras la muerte de su joven hijo, en quien abdicó, Luis I con solo 17 años. Se sabe que además de sus paseos por las fuentes de Valsaín, también le ayudaron los conciertos diarios de su amigo Farinelli (un castrato, vamos, les castraban para tener una voz angelical) al que llegó a nombrar Primer Ministro. A la muerte de Felipe V, Isabel vio como su hijastro Fernando VI heredaba el trono y la desterraba a la Granja. Ella, en cambio, decidió construirse un palacio a pocos kilómetros, el de Riofrío (me lo apunto para visitarlo en cuanto pueda). Isabel conspiró para que su hijo predilecto, Carlos III (antes mencionado) reinase en Napolés, Sicilia y, años después, tras la muerte de su hermanastro, en España.

Decimos de las telenovelas, pero las trifulcas familiares ya existían en las casas reales. Os dejo con una canción ‘imperial’ donde las haya de Los Nikis.

‘Con los Austrias y con los Borbones, perdimos nuestras posesiones’

Dicen que ‘las cosas de palacio van despacio’. Lo corroboro al haber escrito esta larga entrada.

1B xoxo